Algunos momentos más tarde, en la misma reunión, cantamos el himno sacramental "Asombro me da". Con estos dos sagrados estímulos musicales resonando en mi mente, me dediqué a meditar con agradecimiento en los acontecimientos más destacados, a mi modo de ver, acaecidos durante 2009.
En abril, en nuestra reunión anual de capacitación con la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce en Lago Salado, quedé profundamente asombrado al ver y oír al presidente Thomas S. Monson dirigirnos la palabra de una manera tan clara y poderosa, que daban ganas de salir corriendo para cumplir con la tarea de ir al rescate, tarea que ha marcado la agenda del liderazgo durante el año pasado, y que aún ahora en 2010, permanece...
Había sido anunciado en marzo y, tal como se dijo, en septiembre tuvimos la bendición de obtener la Biblia Reina Valera 2009, publicada por La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. ¡Qué visión la de nuestros profetas, videntes y reveladores! ¡Qué asombrosa capacidad para dirigir la tarea de cientos de hombres dignos en la revisión, preparación y publicación de este sagrado volumen! Ciertamente que veremos aumentada nuestra comprensión del evangelio restaurado.
Lo siguiente merece todo un capítulo aparte, pero al menos tengo que declarar que jamás olvidaré el sentimiento de escuchar al profeta del Señor anunciar la construcción de un templo en Concepción, Chile. Fue algo que me sacudió de pies a cabeza, el cumplimiento de un anhelo guardado por años. Con gran emoción el corazón canta: "Asombro me da el amor que me da Jesús".
El último acontecimiento del año me toca en lo personal: el 12 de diciembre mi esposa y yo llevamos a nuestra hija al santo templo y fuimos testigos de cómo nuestra joya preciosa fue sellada a un varón digno, recibiendo de esta manera la ordenanza del sacerdocio más alta que es posible recibir en esta Tierra. Al escuchar las sagradas expresiones de la ordenanza del sellamiento, ver la hermosura de esta joven mujer de 21 años aceptando las tremendas responsabilidades asociadas a la investidura y al nuevo y sempiterno convenio del matrimonio, mis pensamientos se elevaron para contemplar la magnificencia de las eternidades, experimentando el gozo de saber que estos jóvenes novios comprenden lo suficiente para saber que, para alcanzar el más alto grado de gloria, tenían que entrar en este orden del sacerdocio. "Entonces serán dioses, porque no tendrán fin;..." (D. y C. 132:20) Y toda esta maravilla es posible gracias al poder de la gracia de Cristo, gracias al poder de Su sacrificio expiatorio. El alcance de este poder es infinito y, aun cuando está más allá de nuestra total comprensión, está al alcance de nuestra total convicción.
Con humildad testifico de este poder. Testifico que Cristo es capaz de llevar a cabo Su obra. Él tiene el poder de levantarnos en gloriosa resurrección. Después de hacer cuanto podamos, finalmente somos salvos por la gracia de Cristo. Él es nuestro Salvador, es nuestro consuelo, nuestro refugio y nuestra fortaleza. Recordemos siempre, al expresar nuestro amor por el Redentor Divino, que Él nos amó primero. |
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