jueves, 24 de diciembre de 2009

Navidad todo el Año




Mensaje Navidad

Presidencia de Area Chile





Un ángel despertó al rey Benjamín y dijo:






"Porque he aquí que viene el tiempo, y no está muy distante, en que con poder, el Señor Omnipotente que reina, que era y que es de eternidad en eternidad, descenderá del cielo entre los hijos de los hombres; y morará en un tabernáculo de barro, e irá entre los hombres efectuando grandes milagros, ..."



"... tales como sanar a los enfermos, resucitar a los muertos, hacer que los cojos anden, y que los ciegos reciban su vista, y que los sordos oigan, y curar toda clase de enfermedades.



Y echará fuera los demonios, o los malos espíritus que moran en el corazón de los hijos de los hombres. Y he aquí, sufrirá tentaciones, y dolor en el cuerpo, hambre, sed y fatiga, aún más de lo que el hombre puede sufrir sin morir; pues he aquí, la sangre le brotará de cada poro, tan grande será su angustia por la iniquidad y abominaciones de su pueblo.


Y se llamará Jesucristo, el Hijo de Dios, el Padre del cielo y de la tierra, el Creador de todas las cosas desde el principio; y su madre se llamará María.


Y he aquí, él viene a los suyos, para que la salvación llegue a los hijos de los hombres, mediante la fe en su nombre%u2026Y además, te digo que no se dará otro nombre, ni otra senda ni medio, por el cual la salvación llegue a los hijos de los hombres, sino en el nombre de Cristo, el Señor Omnipotente, y por medio de ese nombre." i


Cuando el llanto del niño recién nacido rompió el silencio de la noche en Belén los cielos se regocijaron mientras el mundo dormía, quieto, sin saber que la vida de mayor importancia apenas había comenzado en un establo. Su vida que cambiaría todas las otras, la vida singular que sería el fundamento único de la felicidad, la esperanza y la salvación.


Aparecieron ángeles a los que velaban y cuidaban sus rebaños en la noche. Ellos a su vez buscaron al Niño para adorarlo. Nosotros también le adoramos, el Hijo de Dios, el Bebé de Belén. Testificamos que no hay otro que se compare con Él. En el transcurso de este mundo y a través de la eternidad los eventos más trascendentes de todos son Su nacimiento, Su vida, Sus enseñanzas, Su resurrección y especialmente Su Expiación. Esta es Su Iglesia; el Evangelio que enseña es Suyo también. A pesar de la grandeza de Su vida nosotros somos preservados para llegar a ser como Él es, lo que todos podemos hacer gracias a Su Expiación y aplicando Sus enseñanzas en nuestras vidas.


Excepto por la resurrección, todo lo que hizo Cristo por nosotros y por el mundo durante su ministerio mortal, incluyendo particularmente Su sacrificio expiatorio, no tiene ningún efecto a menos que las personas se arrepientan y se bauticen. "Y cualquiera que crea en mí, y sea bautizado, éste será salvo; y son ellos los que heredarán el reino de Dios. Y quien no crea en mí, ni sea bautizado, será condenado." ii La Expiación no tiene efecto en la vida de un individuo a menos que se arrepienta y reciba las ordenanzas por la debida autoridad del sacerdocio, comenzando con el bautismo. Uno no puede arrepentirse sin la verdad ni ser bautizado por alguien sin autoridad para bautizar. Uno no puede tener la verdad y recibir el bautismo salvo que haya un mensajero para enseñar la verdad teniendo autoridad para bautizar. Los mensajeros son ustedes, los Santos de los Últimos Días, junto con los misioneros. Nuestro propósito es extender las bendiciones de la Expiación a todos enseñando la Verdad - que es Jesucristo- y la restauración de Su Iglesia nuevamente en la Tierra.


No podemos dudar en proclamar las buenas nuevas, las nuevas de gran gozo a todo el género humano, a todos en todo lugar, no solamente de Su nacimiento sino además "que por la Expiación de (Él), todo el género humano puede salvarse, mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio." iii De eso se trata la Navidad. Rogamos que así lo hagamos para que podamos gozar de la Navidad todo el año.


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(i) Mosiah 3:5-9, 17


(ii) 3 Nefi 11:33, 34. (Véase también Marcos 16:16.)


(iii) Artículos de Fe

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