jueves, 28 de enero de 2010

Los guardianes de nuestro pasado


Tomado de laverdad.es

Los mormones microfilmaron las partidas de bautismo de los albaceteños desde el siglo XV hasta el XIX 

A más de doscientos metros bajo tierra, en una cripta escondida en el estado de Utah, se guardan microfilmados documentos del Archivo Histórico Diocesano de la provincia de Albacete, libros y legajos que abarcan desde finales del siglo XV hasta el XIX. Y es que los mormones pasaron dos años copiando las partidas de bautismo de los antepasados de todos nosotros. La Diócesis permitió la entrada de los seguidores de la Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días en el año 1975.
Los mormones microfilmaban documentos en los que el paso del tiempo había causado estragos y la Diócesis se quedaba con una copia fundamental para posteriores consultas y para la conservación de los mismos. De hecho, ahora se les ha permitido digitalizar toda esta información y colgarla en la Red, ya que el problema que tienen los microfilms es la dificultad para que sobrevivan más de medio siglo. A medio proceso, la Iglesia decidió poner freno al traslado a la web y sólo se pueden consultar las partidas de bautismo de Álava y Albacete, donde la prohibición no llegó a tiempo. Con el paso del tiempo, esta puerta al pasado que se abrió para los mormones generó reacciones de todo tipo dentro de la Iglesia, pero las relaciones con Albacete siempre han sido de respeto mutuo. De hecho, se tuvo en cuenta que el microfilmado dejara más de medio siglo de margen para que no se utilizara información que atentara contra la protección de datos. Nadie sabe a ciencia cierta qué intenciones guardan los mormones, pero en cualquiera de los casos, no perjudicarían a nadie. Los mormones son conocidos por su interés por la Genealogía y en todo momento alegaron para la copia de documentos «motivos religiosos».
El director del Archivo Histórico Diocesano, Ramón Carrilero, es quien atesora ahora el pasado de los fieles.
Con una falta de recursos económicos ya endémica, Carrilero hace lo que está en su mano para conservar los libros sacramentales, con las partidas de bautismo, matrimonio y defunciones; los libros de las cofradías, con las cuentas de las parroquias, el registro de visitas o el inventario de obras de arte. La pena es que con la Guerra Civil se perdieron auténticos tesoros para los investigadores. La mala conservación y los robos habrían hecho el resto de no ser por los mormones.
Desde 1950
El Archivo Diocesano empezó a organizar sus documentos en el año 1950, con el cardenal Tabera, cuando se fundó la Diócesis de Albacete, pero los trabajos realmente importantes arrancaron en 1975, con el obispo Ireneo García y el apoyo de l a Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días.
Carrilero recordó que fue con el Concilio de Trento, a mediados del siglo XVI, cuando se decidió levantar actas, es decir, tomar nota de las partidas de bautismo, matrimonio y defunciones. Así se fueron generando miles de volúmenes donde figuraban la fecha de nacimiento, los nombres de padres y padrinos y curiosas anotaciones que dependían del interés del párroco por reflejar la realidad de su tiempo. Este tipo de información lo atesoraron desde un principio las parroquias y, de hecho, las de Chinchilla, El Bonillo o Almansa han preferido conservarla en lugar de trasladar los documentos al Obispado.
Y es que informaciones como las partidas de bautismo de hace un siglo son mucho más útiles de lo que pueda parecer. Estos datos son fundamentales para estudios de demografía o para las peticiones que llegan de Cuba, Argentina o de Guatemala para pedir la doble nacionalidad.
La Diócesis decidió reagrupar estos documentos y se quedó con las partidas hasta finales del siglo XIX, a partir del siglo XX cada parroquia, sin excepción, gestiona sus propios archivos.
Sólo el año pasado, el Archivo Diocesano recibió 110 peticiones de fuera del país, con el fin de reunir pruebas de la existencia de un abuelo o más bien tatarabuelo nacido en la provincia de Albacete. También acuden al Archivo investigadores y curiosos con tiempo para elaborar su propio árbol genealógico. El problema en este último caso es que, tal y como explicó Carrilero, hasta el siglo XVII se pueden encontrar apellidos, pero a partir de ahí y hasta el siglo XV no se les daba importancia alguna, por lo que no era raro ponerle a un niño el apellido de su padrino o del sacerdote.
La Diócesis se ha armado ahora de paciencia para ir cogiendo los viejos libros, uno a uno, y transcribirlos en el ordenador. Ha empezado por las partidas de bautismo, pero seguirá con los matrimonios y defunciones. Antonio Jiménez es el voluntario que se está dejando los ojos desde los años noventa, tratando de traducir libros, algunos borrosos y con términos del castellano antiguo.
Paciencia
A base de paciencia, se está encontrando de todo, desde cantos gregorianos hasta documentos del medievo de Valdeganga. Hay pruebas de los hijos ilegítimos de Mendizábal, partidas de bautismo en las que se omitía el nombre de la madre, individuos con veinte nombres o el permiso que uno de los condes de Balazote tuvo que pedir a los reyes y a otros nobles para poder casarse. De Tobarra, por ejemplo, se puede rastrear la genealogía hasta el año 1500.
Jiménez reconocía que hasta el año 1700 el trabajo ha sido llevadero, pero a partir de ahí los documentos son indescifrables. Eso sí, explicaba que «esto es como una droga». Entre legajos y libros hay testimonios de las muertes por peste o de la invasión de los franceses. Se trata de un interesante y sorprendente viaje al pasado. De momento, hay más de un millón de datos de bautismo.
Todo estos documentos, con valor como para conservarlos en un museo, se encuentran hacinados en los sótanos del Obispado. El sueño de Carrilero, siempre frenado por la falta de dinero, sería trasladar todo el material al Seminario, porque allí hay espacio más que de sobra y se encuentra la única biblioteca especializada en temas religiosos de la provincia.
De momento, el proyecto más ambicioso consiste en una alianza con la Universidad de Castilla-La Mancha, con el Departamento de Historia Moderna, para llevar a cabo un nuevo catálogo y elaborar una web que permita colgar en Internet los resultados de este trabajo de demografía y clasificación.

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