viernes, 7 de enero de 2011

Cuando tenemos preguntas...

Centro de EstudiosReligiosos de BYU 
Robert L. Millet



Reducimos la esfera de lo desconocido, no cuando nos paseamos por ella, sino más bien por deleitarnos en lo que Dios ha revelado y aumentando nuestro conocimiento de ello. Es una experiencia que satisface al alma el estar leyendo el tema A y entonces que nuestra mente sea dirigida a considerar el tema B. De hecho, el meditar y reflexionar de manera seria, consistente y con oración en las revelaciones institucionales (los libros canónicos y las palabras de los oráculos vivientes) da como resultado las revelaciones individuales que incluyen —cuando el SeZor sienta que es apropiado y que estamos listos para recibir— las respuestas a nuestras preguntas más difíciles. Dichas respuestas pueden venir como respuesta específica a una preocupación específica, o pueden venir en la forma de seguridad pacífica y consoladora de que todo está bien, que Dios está en su cielo, que la obra en la cual estamos embarcados es verdadera y que los detalles se darán a conocer en el debido tiempo del SeZor. De cualquier manera, las respuestas vienen. En verdad vienen, pero solamente si vamos a la fuente correcta.
Algunas personas llegan a la conclusión falsa, y realmente más bien tonta, de que a causa de que ellos no entienden. tampoco lo hará nadie mas. Esa es una conclusión bastante presuntuosa, pero sin embargo, sorprendentemente, es muy común. La humildad requiere una postura diferente. La mansedumbre nos forzará a reconocer que puede haber alguien más, ya sea más inteligente o con más experiencia que nosotros, o aún quizás alguien que haya batallado antes con este asunto. El sentido común sugeriría que las probabilidades están en contra de la absoluta originalidad en lo que concierna a nuestra preocupación específica. Y aún si fuera posible que hallemos algo que ningún ser humano haya enfrentado jamás, aún así, existen entre nosotros personas buenas y sabias que han sido bendecidas con los dones del Espíritu — con discernimiento, con revelación, con sabiduría y juicio— para ayudarnos a poner todas las cosas en la perspectiva correcta.
Una tendencia afin para algunos es el exhibir sus dudas anunciando todas las cosas con las que tienen problemas, suponen que “por salir del closet” de algún modo se sentirán mejor acerca de sus dificultades o que puedan identificar y tomarse de la mano con otros que sufren de igual manera. Para estar seguros, uno no necesita sufrir solo. Hay ayuda disponible, y es de muy fácil acceso. Sin embargo, es muy poco el bien que sale de “tender la ropa sucia, ” de proclamar públicamente nuestras ansiedades internas, muy poco el bien para el individuo, y muy poco el bien para grupos de personas. Tales cosas solamente alimentan las dudas y las perpetúan. El élder Neal A. Maxwell preguntó “¿Por qué hay algunos miembros que se parecen a los antiguos atenienses, tan ansiosos de oír alguna nueva crítica o duda? (Véase Hechos 17: 21) De la misma forma en que algunos miembros débiles se van a otro estado para participar en juegos de azar, unos cuantos se apartan de su camino a fin de excitar sus dudas. En vez de nutrir su fe, están jugando “fuera de lugar” con su frágil fe. A la pregunta ‘¿Queréis acaso iros tambien vosotros?’ (Juan 6: 67) estos cuantos responderían: “Oh no, solamente queremos un pase de fin de semana para ir a un casino para críticos o a un club para cosas encubiertas. Tales miembros desviados tan fácilmente no son discípulos verdaderos sino seguidores casuales.” El élder Maxwell concluyó: ” los verdaderos discípulos son descritos correctamente como firmes, inmutables que siguen adelante ‘con un fulgor perfecto de esperanza’ (2 Nefi 31: 20); véase también DyC 49: 23)” En Conference Report, octubre de 1988, página 40). Por lo tanto sugiero: aguanten, sujétense a su fe. Las respuestas llegarán. Las soluciones están en el horizonte un poco adelante. . La perspectiva y la paz están al alcance.

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