Nuestros Queridos Hermanos:
Vivimos en los tiempos peligrosos predichos por los profetas de la antigüedad. Cada día enfrentamos tentaciones y situaciones que ponen en peligro nuestras vidas espirituales así como nuestro bienestar físico y económico. Escuchamos, vemos y aún somos víctimas de violencia, robos, asaltos, secuestros, extorsiones y amenazas. Nuestros hijos y nosotros mismos estamos expuestos a pornografía de todo tipo, música no apropiada, deshonestidad, abusos de inmodestia y lenguaje no apropiado.
Todo esto nos causa angustia y preocupación. Queremos seguridad, tranquilidad y protección para nosotros mismos y para nuestras familias. Nos hemos dado cuenta de que lo que buscamos no puede ser proveído por ningún gobierno, por ningún hombre o grupo de hombres. Ellos no tienen el poder para otorgar lo que buscamos. Hay sólo una fuente segura de lo que buscamos y es Nuestro Señor Jesucristo. Él sí tiene el poder y también el deseo de otorgar lo que tanto anhelamos tener.
Para ello, tenemos que tornar nuestros corazones a Él y re-dedicarnos a ser más obedientes a sus mandamientos y más valientes en su obra. Al hacerlo, se cumplirá lo que se dijo en días antiguos; “No temáis ni os amedrentéis…porque no es vuestra la batalla, sino de Dios” (2 Crónicas 20:15).
Después de mucha oración, en el documento anexo, hemos preparado, unas recomendaciones específicas para continuar o empezar el proceso de arrepentimiento, obediencia y santificación. Sabemos que si cada miembro y cada familia implementa las medidas recomendadas, el Señor responderá con la seguridad, la paz, la tranquilidad y aún la prosperidad que todos anhelamos y que sólo Él puede dar.
Sinceramente,
Presidencia de Área México
Favor de leer esta carta en una reunión sacramental en el mes de Octubre y hacerla llegar con el documento anexo a cada miembro o familia del barrio/rama.
Como presidencia de área, les invitamos a participar con los más de un millón de miembros de la Iglesia por toda la República Mexicana a continuar o empezar el proceso de poner nuestra fe, nuestra confianza y nuestra esperanza en el Señor.
1. Les invitamos a asistir con mayor frecuencia al templo. Si ya están asistiendo una vez al mes, asistan con mayor frecuencia. Si tienen una recomendación vigente, pero hace tiempo que no asisten, vayan ya, no dejen de ir. Si no tienen una recomendación vigente, pongan sus vidas en orden y hablen con su obispo para obtener una—luego vayan al templo con toda la frecuencia posible. Si gozan de buena salud y están en posibilidades de dedicar parte de un día a la semana en la casa del Señor, expresen a su obispo sus deseos de servir en el templo.
Todos decimos que queremos vivir con Nuestro Padre Celestial después de esta vida. Él tiene su casa aquí en esta tierra—doce de ellas en México. Si no hacemos todo el esfuerzo posible para visitarlo en Su casa aquí con toda la frecuencia posible, ¿cómo podemos decir, o aún esperar, vivir con Él en su casa en las eternidades?
2. Les invitamos a estudiar las escrituras, como familia e individualmente, cada día hasta que llegue a ser un hábito. También les invitamos a empezar a leer el Libro de Mormón y terminarlo antes de la conferencia general en Abril del 2010. Al lograrlo, el espíritu de ese libro penetrará sus corazones y sus hogares y gozarán de mayor paz, amor, y tranquilidad. Sus hogares serán un refugio de las tentaciones y los peligros del mundo.
3. Les invitamos a orar, como familia e individualmente, cada mañana y cada noche y con mayor fervor. Oren para que sus hijos sean protegidos de todos los males que están alrededor de ellos; oren por la guía y la dirección del Espíritu Santo; oren por tener la sabiduría y los dones del Espíritu que de seguro necesitarán para evitar y transitar por todos los peligros y las tentaciones de este mundo. El Señor ha prometido, “y cualquier cosa que pidáis al Padre en mi nombre, si es justo, creyendo que recibiréis, he aquí, os será concedida” (3 Nefi 18:20).
4. Les invitamos a unirse con nosotros en ayunos especiales el primer domingo de los meses de Noviembre, Diciembre y Enero. Los propósitos específicos para estos ayunos son los siguientes:
a. Que los oficiales del gobierno del país tengan la sabiduría de tomar las decisiones correctas y apropiadas para el bienestar y la protección de la población de México.
b. Que los miembros de la Iglesia tengan el deseo de ser obedientes a todos los mandamientos de Dios y que tengan la determinación de cambiar sus vidas y dedicarlas totalmente al Señor, recibiendo así la guía, la dirección y la protección del Espíritu Santo en sus vidas diarias.
5. Les invitamos a que sientan en sus corazones un deseo de compartir lo que tienen con aquellos que tienen menos. Que esos deseos se conviertan en donaciones generosas de ofrendas cada primer domingo del mes. Como bien lo dijo el rey Benjamín; “a fin de retener la remisión de vuestros pecados de día en día, para que andéis sin culpa ante Dios–,quisiera que de vuestros bienes dieseis al pobre, cada cual según lo que tuviere, tal como alimentar al hambriento, vestir al desnudo, visitar al enfermo, y ministrar para su alivio, tanto espiritual como temporalmente, según sus necesidades” (Mosíah 4:26).
Aprendamos de la experiencia del profeta Ezequiel y su pueblo, después de que ellos obedecieron esta ley; “Desde que comenzaron a traer las ofrendas a la casa de Jehová, hemos comido y nos hemos saciado, y nos ha sobrado mucho, porque Jehová ha bendecido a su pueblo; y ha quedado esta abundancia de provisiones” (2 Crónicas 31:10).
6. Les invitamos a compartir el evangelio con alguien que no lo conoce y traerlo a las aguas bautismales y de buscar y traer de vuelta a la Iglesia a un miembro que ha dejado de asistir—todo esto antes de la conferencia general en Abril del 2010.
Nuestros Queridos Hermanos, el tornar nuestros corazones hacia el Señor es un proceso y no sólo un evento. Ésa es la razón para extender este período de re-dedicación por tres meses, con la esperanza y confianza de que llegará a ser algo permanente en nuestras vidas. Así llegaremos a ser verdaderamente el Pueblo del Señor y gozaremos siempre de la presencia de su Espíritu.
Nosotros, en la presidencia de área, sabemos que el Señor no sólo tiene el poder, sino también el deseo de bendecir a los miembros de la Iglesia y a todos los que viven en esta tierra escogida y favorecida del Señor. También, cada uno de nosotros sabemos que para poder pedir y obtener las bendiciones que tanto anhelamos tener, el Señor requiere que seamos un pueblo obediente y santo. Les testificamos que si continuamos o empezamos el proceso de arrepentimiento, obediencia y santificación, las bendiciones que buscamos serán nuestras.
Que el Señor así les bendiga,
La Presidencia de Área México
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