Veintiocho años del Centro de Capacitación Misional en Chile
Fernando Ocampo B.
Asuntos Públicos Chile
El 13 de julio de 1981 se presentó el primer grupo de jóvenes que venía a recibir capacitación en el Centro de Entrenamiento Misional de Santiago de Chile (C.E.M.). Los élderes William Grant Bangerter, Administrador Ejecutivo del Área y A. Delbert Palmer, Representante Regional, habían jugado un papel preponderante en la gestación de esta gran experiencia de contar con el segundo Centro de Entrenamiento Misional creado (C.E.M.) en Sudamérica.
En esos tiempos, el anuncio del Templo de Santiago de Chile, la ceremonia de la palada inicial con la presencia del Presidente Spencer W. Kimball y el posterior inicio de los trabajos, fueron los factores detonantes que llevaron a nuestros hermanos a pensar en la creación de este C.E.M. Ya no sería necesario que los jóvenes misioneros chilenos viajaran a Brasil para recibir la capacitación previa a su servicio misional, sino que ahora la recibirían en su propio país.
La actividad de este centro y de sus misioneros en estos veintiocho años de vida, ha sido enriquecida con la presencia y experiencias de hombres y mujeres dedicados que han servido como sus directores y maestros, quienes han dejado una huella y un recuerdo imborrables para los aproximadamente cinco mil quinientos misioneros que han pasado por sus aulas.
A principios del año 2000, por instrucción de la Presidencia del Área Chile, se cambió su nombre de Centro de Entrenamiento Misional (C.E.M.) a Centro de Capacitación Misional (C.C.M.), como es conocido en la actualidad, para denotar la capacitación y no solo el entrenamiento que tenían estos misioneros próximos a salir al campo misional.
Entrevista al Presidente David Ferrel , Presidente del C.C.M.
¿Qué piensa usted de la obra del C.C.M. en Chile?
La experiencia en el C.C.M. de Chile es maravillosa. Es un privilegio estar con los misioneros, cuando recién comienzan su misión llenos de deseos y esperanza; son tan capaces y preocupados. De hecho, descubrimos que cuando salen a hacer obra proselitista, en vez de sólo practicar, encuentran gente real, con experiencias reales y son sumamente capaces de hacerlo bien; están llenos de fe y tienen sinceridad, son humildes y la gente responde muy bien.
¿Cuánto tiempo lleva usted presidiendo el C.C.M.?
Llevamos un año y medio y nos encanta sentirnos como en casa. De hecho vendimos la casa que teníamos en los Estados Unidos.
¿Cómo es un día normal para un misionero en el C.C.M.?
Los misioneros se levantan a las 6:30 horas, tienen una hora para ejercicios, a las 7:30 están leyendo el Libro de Mormón todos juntos en silencio y estudian %u201CPredicad mi Evangelio%u201D hasta las 8:30. Luego toman desayuno, a las 9:30 comienzan las clases, después tienen sus horas de estudio como compañerismo y el almuerzo es entre las 13:00 y 14:00 horas. A las 16:30 hacen ejercicio en la cancha (fútbol, básquetbol, vóleibol); tenemos equipos de ejercicios para los misioneros en las instalaciones del hostal. A las17:30 vuelven a las duchas, de 18:00 a 19:00 cenan, de 19:00 a 21:30 tienen clases, de 21:30 a 22:00 hacen planes como compañerismo para el próximo día; de 22:00 a 22:30 terminan y guardan silencio.
¿Cuánta gente trabaja con usted, cuántos maestros?
Tenemos diez maestros, tres turnos por día. Teníamos capacidad para albergar a cuarenta y ocho misioneros y este año la hemos aumentado a 54 misioneros. Entre ocho y diez es el número ideal de misioneros para hacer una clase; dividimos los distritos en clases y dividimos los compañerismos de hermanas en las diferentes clases para que ellas estén en éstas y así tener una combinación en los distritos.
El Hno. Escobar tiene años de experiencia, fue misionero, pasó por el C.C.M., después fue maestro voluntario en el C.C.M. e Instituto de Religión, comenzó como maestro en el C.C.M., y después trabajó con la logística del centro. Ha sido el gerente por muchos años, creo que lleva dieciocho años trabajando en el C.C.M. de Santiago de Chile, ha sido obispo dos veces. El Hno. Troll ha sido misionero también, pasó por el C.C.M., está encargado de las cosas físicas del centro, de la logística, recibiendo a cada grupo, coordinando sus viajes y entregándolos listos a sus misiones respectivas.
¿Cómo se ha sentido su esposa en Chile y con su llamamiento?
Servimos tres años en Ecuador, como presidentes de misión. Teníamos a la familia con nosotros en aquel entonces. Se siente muy cómoda de volver a servir; tenemos la dicha del servicio de nuestros hijos puesto que uno de ellos sirvió en la Misión Santiago Norte unos diez años atrás.
¿Qué sentimientos piensa usted que evidencian los misioneros al servir misiones y en su inicio en el C.C.M.?
Están ansiosos de poder enseñar con eficacia; yo tengo total confianza en que sí van a poder. Les explico que la primera semana estudian mucho, la segunda semana ya están en práctica con sus compañeros y con otros maestros, la tercera semana ya tienen su propia manera de enseñar con su propio bosquejo, sus ejemplos, sus escrituras preferidas. Les digo que las primeras semanas disfruten del Espíritu Santo, disfruten de las cosas que tienen dentro. También vemos misioneros a quienes les es más fácil practicar %u201CPredicad mi Evangelio%u201D y para otros es más fácil practicar en la calle cuando salimos en Santiago.
¿Cómo ve a estos jóvenes misioneros en el futuro en la Iglesia?
Tienen dignidad, vieron como trabajaban sus presidentes de estaca y obispos, tienen su recomendación para el templo activa, vienen en un nivel superior. Es una dicha tenerlos con nosotros, verlos progresar animados, entusiasmados, como futuros líderes de la Iglesia, capaces de compartir no sólo el evangelio sino de formar buenos hogares y ser buenos padres y, por sobre todo, servir con el correr de los años.
Vienen de varios países; una tercera parte de los chilenos sirven en su propio país, las otras dos partes sirven en el extranjero. En estos últimos dos años, los misioneros extranjeros que vienen al C.C.M., provienen principalmente de América del Sur.
¿Qué experiencia espiritual usted recuerda en el C.C.M.?
Hay dos que me llaman la atención: una es la madurez de los testimonios individuales de los misioneros; por supuesto que ellos vienen con testimonios de la veracidad de la Iglesia, pero muchas veces acá consiguen su testimonio maduro del Libro de Mormón, de la restauración y de las experiencias del Profeta José Smith. Es una experiencia espiritual para todos los que participamos. La otra experiencia ocurre los sábados en la noche cuando tengo el privilegio de entrevistar al grupo que regresa de hacer obra proselitista; tienen que buscar algunas direcciones de personas menos activas, pero durante el proceso están preguntando al Padre Celestial si hay alguien con quien deberían hablar y, vez tras vez, regresan contando experiencias que confirman al misionero que Él tiene personas listas para escuchar el evangelio.
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