Fuente: Sala de Prensa
San Salvador, El Salvador
19/11/2009
La noche del día sábado 7 de noviembre la tormenta Aida azotó con fuertes lluvias el territorio de El Salvador creando grandes inundaciones y deslaves. El departamento de San Vicente, a 60 kms. de la capital, fue en donde se reportaron los mayores daños. Desde la madrugada del lunes 9 de noviembre decenas de voluntarios de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se movilizaron para prestar ayuda a las víctimas.
Ese mismo día se enviaron las primeras 250 raciones familiares de alimentos y varias bolsas con ropa seca a la región afectada. En las primeras horas del martes se reunieron más de 60 voluntarios que, atendiendo el llamado de Tania Cedillos de la Secretaría de Inclusión Social, llegaron al centro de acopio de la institución en Zapotitlán a 53 kilómetros de la capital y empacaron más 800 raciones de alimentos. Al final de la semana éstos y otros voluntarios habían empacado y despachado 30,000 raciones para igual número de familias. En total los voluntarios han completado cerca de 2,100 horas de labor donada.
Las raciones de alimentos contienen frijol, arroz, maíz o harina de maíz, aceite y azúcar. Adicionalmente, la Iglesia hizo entrega de 5,000 kits de higiene y 3,000 frazadas para los que están en los albergues provistos para las personas que se han quedado sin casa.
Según Juventino Flores, líder de la Iglesia en el lugar, la comunidad “Caridad” fue literalmente barrida por la correntada de lodo y piedras; en el lugar permanecen desaparecidos veinticinco miembros de la Iglesia que se presume yacen bajo los escombros de sus casas. Los servicios de socorro de la Iglesia han enviado alimentos, ropa y paquetes de higiene para los sobrevivientes de la tragedia quienes están en albergues facilitados por las autoridades municipales y dos de ellos por la Iglesia.
El élder Carlos Rivas, autoridad local de la Iglesia en El Salvador, y el presidente Moroni Pérez, de la misión El Salvador San Salvador Este, se apersonaron inmediatamente al lugar y constataron que los misioneros estaban bien y que no habían sufrido daños personales, su visita se extendió a las casas de los miembros y otros vecinos para dar apoyo espiritual e iniciar la estimación de recursos que se necesitan para brindar socorro a las víctimas.
Una hermana que recién se unió a la Iglesia, lloró mientras comentaba: “los hermanos han sido tan buenos y me han dado tanto ayuda espiritual como ayuda material.” Un hermano de 68 años, quien logró salvar a su esposa y a su hijo, lloró de alegría por el milagro de ver con vida a su familia. Un cuadro desgarrador fue el de la hermana Antolina Hernández, de 98 años de edad; de los diecisiete miembros de su familia, que incluyen tres generaciones, solamente se han podido rescatar los cuerpos de dos de ellos.
El Sr. Mario Gonzalez, encargado de las donaciones internacionales, dijo: “Estamos muy agradecidos por el servicio que nos han prestado.” También hizo destacar la excelente organización y orden con que se llevó a cabo el servicio.
La ayuda proporcionada por la Iglesia proviene de donativos de miembros fieles alrededor del mundo y la ayuda en mano de obra voluntaria del programa “Manos que Ayudan”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario