En los últimos días se ha comentado mucho la pena de muerte aplicada con pelotón incluido a un reo que llevaba más de 25 años en la cárcel y que finalmente se efectúara la semana pasada, en Utah. Más allá del hecho en si, llama profundamente la atención que los medios han mostrado frente a la solicitud que el propio condenado hiciera de morir a través de balas en vez de una inyección letal. Y es que si hubiese sido en otro lugar la religión habría pasado de largo pero como fue en Utah donde habitan los mormones la cosa es distinta, por lo mismo toda la propaganda liberal habla de prácticas arcaicas y brutales que se relacionan inmediatamente a la religión mormona e inclusive van más allá señalando que el derramar la sangre del asesino es solo una consecuencia de la doctrina mormona conocida como la expiación por sangre.
Mucho se ha hablado de la expiación por sangre y de los mitos que la rodean, en primer lugar los medios la presentan como una creencia mormona muy arraigada, lo que es totalmente falso. Pero más allá de esta última cuestión, la pregunta que surge es si es anticristiana la pena de muerte. Sin lugar a dudas el cristianismo en sus más diversas formas enaltece la vida humana, quizá como ninguna otra religión y también como ninguna otra filosofía sea política o moral. Fueron los cristianos quienes dieron el valor a la vida humana que hoy tiene y no los políticos ni los pensadores del último siglo. Que estos últimos hallan producidos cambios que dignifican y enaltecen determinados derechos es una consecuencia, a mi juicio de una concepción colectiva que emana de la cultura cristiana, entiendo por supuesto al mormonismo como parte de esta misma cultura.
Sin embargo, sería iluso señalar que la pena de muerte no estaba contemplada como una posibilidad dentro de cualquier sociedad cristiana, esto se basa en toda la carga e influencia histórica que tiene la Biblia en la cultura occidental, donde podemos encotrar ejemplos claros en que el asesinato se retribuye hacia el asesino con su propia muerte. Pero también es o fue una práctica en diversas sociedades cristianas y no cristianas.
En conclusión, cuando ignorantes de la teología mormona hacen declaraciones tan livianas como las revisadas en diversos medios, en los cuales asocian las prácticas religiosas a leyes civiles, es importante señalar que la Iglesia no defiende la pena de muerte ni promueve su derogación, es más como se señala en el Artículo de Fe número 12 los miembros de la Iglesia se sujetan a las leyes del país donde residen. No existe una preocupación morbosa ni religiosa por ver morir a un hombre a manos de verdugos con escopetas de parte de la Iglesia ni de sus miembros.
Esto es lo que se llama nadar y guardar la ropa. Por el mismo argumento expuesto se respetaría el Holocausto porque era legal en la Alemania nazi o los gulags soviéticos porque también lo eran. Si una Ley es injusta o inmoral no deja de serlo porque sea legal. Una iglesia no debe entrar en la legislación, pero no puede dejar de decir y dejar claro tanto a sus miembros como a los no miembros su postura moral y pastoral.
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