lunes, 25 de enero de 2010

El Fondo Perpetuo para la Educación logra un nuevo récord


Tomado de Sala de Prensa de la Iglesia
SALT LAKE CITY 21 de Diciembre de 2009. Hasta la fecha, el Fondo Perpetuo para la Educación de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días ha ayudado a más de 40.000 hombres y mujeres en todo el mundo a prepararse académicamente, recibir capacitación y tener oportunidades de empleo que mejoren su vida y las de su familia.

“Crece rápidamente,” dijo el director ejecutivo, el élder John K. Carmack. “Tenemos un incremento de 50 por ciento en solicitudes, comparado al año pasado. El año anterior también se produjo un incremento significativo”. El élder Carmack piensa que el programa continuará creciendo; predice que en el futuro se podrá ayudar a más personas, tal vez a unas 100.000 o más.

El FPE se diseñó para brindar ayuda a los miembros de la Iglesia de entre 18 a 30 años, muchos de ellos ex misioneros, a fin de obtener estudios y empleo que de otra forma no les sería posible tener. El programa comenzó hace ocho años en México, Perú y Chile; hoy en día, el fondo está a disposición de miembros de la Iglesia en 42 países.

Un joven en Perú que estudió para ser contador público dijo: “Le agradezco mucho a Dios la gran oportunidad de recibir lo que mis hermanos y hermanas no tuvieron, de ayudar a mi familia y de lograr mis metas”.




“El Fondo Perpetuo para la Educación también brinda respeto por uno mismo y esperanza”, dijo el élder Carmack. “Recién está comenzando a lograr la visión de nuestro anterior presidente de la Iglesia, Gordon B. Hinckley; la visión de nuestro actual presidente, Thomas S. Monson y la de nuestro consejo directivo”.

El presidente Hinckley tomó como modelo el Fondo Perpetuo de la Emigración de mediados de los años 1800, que ayudó a más de 30.000 conversos Santos de los Últimos Días a emigrar de Europa al Valle de Lago Salado.

Cuando se estableció el FPE en 2001, el presidente Hinckley hizo hincapié en la necesidad de ayudar a otros a aprender y a progresar. En una conferencia de la Iglesia, el presidente Hinckley dijo: “Necesitamos cuidarnos más diligentemente los unos a los otros. … Necesitamos hacer un esfuerzo para ayudar a quienes están más abajo en la escalera del progreso. Necesitamos dar ánimo y extender una mano a los hombres y a las mujeres de fe, integridad y capacidad para que puedan ascender por esa escalera con un poco de ayuda”.

Los fondos para el programa del FPE se obtienen a través de generosas donaciones de miembros de la Iglesia y de otras organizaciones. Es una fuente rotatoria de recursos de la que se presta dinero a una persona para pagar estudios o formación profesional que la ayude a conseguir un trabajo viable en su lugar de residencia. Los participantes luego pagan el préstamo con un bajo interés.

Un joven en la Ciudad de México que estudió para ser un técnico dental dijo: “Mi promesa es que cuando termine mis estudios en la escuela técnica con la ayuda del Fondo Perpetuo para la Educación, yo pagaré el préstamo para que otros ex misioneros puedan disfrutar de estas bendiciones”.




Es ésta la naturaleza recíproca del programa, la que el élder Carmack dijo que ayuda a formar futuros líderes.
El élder Carmack dijo: “La idea es edificar a las personas para que sean tan independientes y autosuficientes como sea posible”.


Las estadísticas indican que hasta el momento más del 10 por ciento de los líderes locales de la Iglesia en Colombia, Ecuador y Venezuela son graduados del programa. El presidente Monson ha dicho que el esfuerzo del programa del FPE se extiende y que “esos jóvenes encuentran trabajo y logran pagar su préstamo. El Fondo Perpetuo para la Educación es un milagro que tendrá repercusiones por muchos años en el futuro”. 



El presidente Monson y otros líderes de la Iglesia han hecho promesas importantes acerca del impacto del FPE en los participantes, sus familias, la Iglesia y sus comunidades. Las promesas que se han cumplido incluyen altos índices de graduados, importantes oportunidades de empleo, pago de préstamos y prosperidad financiera; a pesar de las difíciles condiciones económicas y de vida de muchos miembros de la Iglesia alrededor del mundo



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