sábado, 23 de enero de 2010

Haití: Millonario pone en marcha su propia misión de asistencia



Tomado de univision.com
JIMANI, República Dominicana (AP) - Igual que muchas personas alrededor del mundo, cuando Jeremy Johnson se enteró sobre el terremoto que sacudió a Haití, sintió que debía ayudar a las víctimas.


De inmediato habló con sus socios y con un grupo de amigos, y en pocos días logró reunir cientos de kilos de comida y artículos de primera necesidad, cirujanos y personas dispuestas a ir a Haití. ¿Cómo llevar toda esa carga? Para él fue fácil: en sus propias aeronaves.


A los 34 años, el empresario, que se dedica a mercadeo y publicidad por internet, de pelo rojo y pecas, ha hecho una fortuna tal que le permitió llegar a la zona devastada con dos aeronaves y un helicóptero propios, y hasta le sobró dinero para comprar _al contado_ otros dos helicópteros en República Dominicana tras darse cuenta de que era insuficiente la transportación para repartir todo lo que había recolectado.



"He sido una persona muy bendecida", dijo Johnson en una entrevista con la AP en el campamento de operaciones que montó en Jimaní, ciudad dominicana en la frontera con Haití, y tras un largo día de recorrer varias comunidades aisladas a las afueras de Puerto Príncipe.


"Creo firmemente que la vida que vivo no es la que yo he creado sino la que me han dado, así que para mí, quedarme sentado y relajado y simplemente enviar dinero, me hacía sentir como un ingrato. Yo puedo hacer más que eso", explica sobre sus motivos de generosidad.


El magnate, que dice haber terminado la escuela superior "de milagro" y confiesa que muchos lo consideraban un "chico problemático", va vestido simplemente de jeans desgastados, gorra, tenis y una camisa con un pequeño signo de paz y la leyenda "La vida es buena".


Sin embargo, algunos de sus negocios han atraído la atención de autoridades estadounidenses, como en el estado de Utah donde nació.


La División de Protección al Consumidor de Utah envió al negocio actual de Johnson, iWorks Inc., decenas de citaciones entre el 2006 y el 2007 para presuntas prácticas engañosas y fraudulentas. Los casos fueron desestimados luego que la compañía, dedicada a la venta de programas de instrucciones a personas que desean subsidios o préstamos gubernamentales, aceptó cambiar su mecanismo de ventas y entregó reembolsos a clientes insatisfechos.


En febrero del 2001, la Comisión de Valores y Bolsa de Estados Unidos acusó a Johnson de declaraciones falsas en relación a que el empresario recomendó a inversores comprar acciones en una compañía sin mencionar que era accionista. El caso fue resuelto sin admisión de ilícito alguno.


Ninguno de estos asuntos ha interferido con su obra altruista.



Hace tiempo usó sus helicópteros y aviones para rescatar personas perdidas o varadas en medio de las montañas de Utah y para ofrecer casa a niños retirados de una secta polígama en ese estado. Estos hechos le dieron la seguridad de que podía montar una operación similar para ayudar a los haitianos.


El secretario de Justicia de Utah, Mark Shurtleff, a quien Johnson le donó 50.000 dólares en el 2008, encomió el trabajo asistencial del empresario.


"Simplemente es increíble", dijo Shurtleff, quien ha intentado ayudar a Johnson librar los trámites para sacar huérfanos de Haití. "He recurrido a él muchas veces cuando necesitamos dinero (para obras de caridad)".
Pero cuando Johnson llegó a la capital haitiana con cajas de comida, la gente estaba tan ansiosa que se lanzaron sobre su helicóptero y la situación se volvió "realmente peligrosa". Johnson no los culpa y entiende que lo que han perdido es tanto, que es natural que se desesperen cuando se acerca la ayuda.


Otro problema inesperado con el que se topó fue la burocracia. En el aeropuerto, los funcionarios le pedían pepeles que no tenía para cargar los grandes paquetes de ayuda que estaban ahí detenidos, así como un seguro que tomaría días conseguir, algo inaceptable para alguien que está acostumbrado a los resultados inmediatos.
"Así que hasta robé", dice, como si se tratara más bien de una travesura.


Confesó que metió unas cajas con alimentos que nadie estaba distribuyendo y ese mismo día las repartió a las afueras de Puerto Príncipe.


A partir de entonces cambió el rumbo y comenzó a visitar otras pequeñas comunidades en los suburbios de la capital, donde no hay multitudes que amenacen con derribar ni el helicóptero que ya tenía, ni los otros dos que compró al contado en República Dominicana para ampliar la operación. Entre esas pequeñas comunidades repartió lo que logró sacar del aeropuerto.


"Yo trato de encontrar esos pequeños pueblos en los que han colapsado los edificios. Allí aterrizo y llegamos con médicos que dan primeros auxilios y si están muy lastimados los sacamos de allí. Distribuimos comida y cosas para las personas", dijo.


Relató también que "hemos ido de pueblo en pueblo en los que solo hay unas 30 personas" y "están igual de ansiosos de recibir ayuda, comida y todo lo demás, pero no se ponen violentos".



"Es la única forma segura de lograr un impacto en este momento" pues "nadie ha llegado a estos sitios, hay mucho, mucho por hacer", asegura mientras se seca el sudor que le empapa la frente.


Aunque es evidente que el sol ha hecho estragos en su piel blanca con diminutas pero numerosas pecas rojas, el hombre se siente contento de haber venido.


El campamento que montó en un parque de fútbol en el pueblo fronterizo de Jimaní, del lado dominicano de la frontera con Haití, está bajo una carpa plástica como las que se usan en fiestas, y a la que se asoman esporádicamente con igual curiosidad adultos, niños y perros escuálidos. En el interior un generador de electricidad mantiene encedidas dos computadoras, algunos ventiladores y un pequeño refrigerador de donde Johnson saca constantemente bebidas energéticas.


Sobre una mesa de plástico hay un mapa de la isla La Española _compartida por República Dominicana y Haití_ y algunos equipos electrónicos. En torno a Johnson hay cajas gigantes de pañales, leche en polvo, avena, agua, y bolsas de dormir.


En la misión lo acompañan algunos amigos igual de jóvenes que él, quienes han sido testigos de la desesperación y las necesidades en estos lugares remotos y la única señal de que a veces descansan son algunos colchones inflables y almohadas apilados en una esquina debajo de la carpa.


Pero en Utah, donde vive y tiene su empresa iWorks, hay unas 100 personas, incluyendo su esposa, ayudándolo a coordinar esfuerzos de recolección de fondos, víveres, artículos de primera necesidad e información. Muchos de ellos son parte de una congregación de mormones y hasta han creado una página electrónica bajo el nombre Utah Haiti Relief para recuadar dinero.


"Yo sé que quizás esto es sólo raspar un poco la superficie, pero para la gente a la que llegamos hace una gran diferencia", expresó.


Como padre de dos niñas de seis y dos años respectivamente, lo que más le afecta es ver tantos huérfanos. En la conversación, tras la única larga pausa en la que tuvo que respirar profundo, dice que no es un hombre sentimental, pero en los últimos dos días ha "llorado más que en toda mi vida".


Por eso su próxima misión a corto plazo es aprovechar que se levantaron las restricciones de visa para los haitianos que lleguen a Estados Unidos y llevar la mayor cantidad de niños a Miami, en lo posible a partir de esta misma semana.


"Hemos tenido cierto éxito consiguiendo visas allá, y hoy evacuamos 21 al aeropuerto y los pusimos en un avión hacia Estados Unidos", dijo, y afirmó que está dispuesto a hacerse cargo de varios de los infantes.


"Mi familia se ha portado muy bien", expresó. "Han sido realmente comprensivos, y me han ayudado mucho. Espero que mi esposa sea una super mamá y tomemos custodia temporal de algunos de estos niños y quizás hasta ella misma puede venir a buscarlos".


A largo plazo espera continuar con la recolección de fondos para comprar bloques y cemento y ayudar en la construcción de hogares, que más adelante será imperativo.


"Yo no sabía qué esperar o por cuánto tiempo me iba a quedar aquí. Lo que sí sé es que mi vida va a cambiar sin lugar a dudas", señaló. De hecho, ya ha cambiado: tuvo que hacerle un agujero nuevo a su cinturón de tanto peso que ha rebajado, agregó entre sonrisas.


Luego vuelve a ponerse más formal y dice que aprendió muchas lecciones: "La vida aquí es muy frágil ... y con muy poco puedes hacer una gran diferencia".

1 comentario:

  1. Es maravilloso realmente su gran gesto de humanidad y de mi parte un fuerte abrazo , me enternecio su gran ayuda por el projimo y lo amo sin conocer solo por el deseo de ayudar, muchas bendiciones para él y su familia , sera muy bendecido y un gran ejemplo

    Gloria Garza de M

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